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jueves, 20 de enero de 2011

LA IGNORANCIA COMO PRETEXTO

Abraham Gómez R.

Queremos con todas las fuerzas, al tiempo que anhelamos que quienes adelantan las iniciativas para las discusiones y sanciones de un nuevo proyecto de ley de educación universitaria asuman que de suyo se requiere, más que buenas intenciones, arreglos o manipulaciones políticas-ideológicas, una densa “caja de herramientas” intelectuales. Los disímiles ámbitos-temas que de modo obligado deben ser debatidos por/para el futuro de la Universidad venezolana, en tanto Institución, exige que los actores participantes en las deliberaciones posean suficiente formación y las probadas cualidades ante tales fines para evitar los innecesarios extravíos y la pérdida de tiempo. Contrariamente se estarían haciendo ejercicios vanos de demagogia, intentos malabaristas para balbucear cualquier cosa sin arribar significativamente a algo; además con su añadida y abundante dosis de escatología lingüística cuyas conclusiones son fácilmente predecibles. Hemos percibido que bastante gente se ha embullado con este asunto, pero aquí no todo el que quiere puede. Antiguamente los pretextos eran unas decoraciones que se colocaban, con orgullo, delante de la vestimenta; después se metaforizó a palabras o epígrafes que con delicadeza de orfebres ubicaban en las líneas iniciales de los escritos con la expresa intención de decorar los hechos y las narraciones. De allí sus orígenes latinizados prae (delante) y textere (tejer). En cualquier caso, el propósito invariable consiste en pergeñar desde los inicios qué- se -trae-entre-manos. Debe llamarnos a preocupación que los proponentes por el sector oficial de la ley nonata, aquélla de vergonzosa recordación; y quienes en la Asamblea Nacional se devanaron los sesos en  su absurda defensa han vuelto “por sus fueros” con la pretensión de erigirse propulsores de la norma a pesar de que ya exhibieron su crasa ignorancia--resultó un adefesio  técnicamente inaplicable—y develaron los pretextos que prendían de sus “ropajes”: el contagio  y la imposición ideológica.

Preguntamos: si no les parece que se bordearía un despropósito que para sancionar el reglamento interior y de debates de los diputados del parlamento haya que pulsear a la opinión de cualquier persona que asome sus narices por las puertas del Capitolio. La Universidad está comprometida permanentemente a expurgar los agentes  exógenos y ajenos a sus propios espacios. La ignorancia es atrevida, pero no creemos que llegue a tanto. La comunidad universitaria, sin odiosas distinciones o separaciones, está llamada en esta hora crucial en pro de su libre existencia a  protagonizar cuanta actividad propenda a concitar ideas, así también  a practicar las diligencias a que haya lugar para que los diversos sectores de la sociedad, con amplitud de miras y preparación en la materia, concurran a los ámbitos de la  Universidad a debatir y ser escuchados. Hay una aviesa intención del oficialismo de insistir con un proyecto de ley maniobrado de acuerdo a sus conveniencias políticas-ideológicas lo cual conlleva a cercenar y sacrificar  innegociables Principios intrínsecos a la vida y esencia de la Universidad: pluralidad, autonomía, confrontación fértil de posiciones, libertad en los actos generadores de conocimientos, interacción epistemológica,  vinculación dialéctica de los saberes, búsqueda de otros modos lógicos para aprender y enseñar. Exactamente así la queremos y necesitamos: Una Universidad que permita el diálogo respetuoso. Una Universidad donde encuentren cauces expeditos las distintas corrientes del pensamiento. Nos encontramos en la perspectiva de una nueva Ley de educación universitaria cuyo objeto está obligado a plasmar los  principios,  valores, fines y los procesos.

Simultáneamente, darnos una norma que estructure la organización, que viabilice su funcionamiento con absoluto sentido democrático. Así la queremos y necesitamos: una Universidad que se levante y proyecte en el concierto de las más prestigiosas y libres casas de estudios superiores del mundo. Exactamente así la queremos y necesitamos: una Universidad dispuesta a transformarse, de verdad, a partir de sus propias motivaciones.

1 comentario:

  1. El concepto de universidad que ha sido tan discutido, puede simplificarse para la aceptación plural en que es una organización, si se puede partir de ese concenso, podremos entonces confirmar el hecho de que los miembros de una organización son los que le dan forma y sentido a la misma, con esos dos puntos a favor llegamos a un tercero ¿que se produce en el claustro universitario? y despues de una discusión amplia comenzando por la semantica de los terminos producir- producto, que se le atañe a las maquinas (siglo XVII)y por ende al capitalismo, procederemos a decir que somos productores de ideas, que construimos verdades y que hacemos ciencia, piedras basales para el desarrollo intelectual, moral, cultural, etico, espiritual, cognitivo, en fin humano y por ende socioeconomico de una nación.
    Cuanto mas enfoques diversos la policromia de la verdad mas nutrida, las posibilidades de hallazgos se optimizan y la evolución se crea y recrea en reflexiones continuanas complejas multi y transdisciplinares.
    Falta por saber si cada quien en conciencia desde sus espacios académicos esta en esta labor.
    Saludos
    Dra. Carolina Aznar Sanabria

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