Buscar este blog

sábado, 15 de enero de 2011

¿SABRÁN EN EL MCT DE NAGOYA?

Jesús  Puerta
Universidad de Carabobo

 Hace poco, el 30 de octubre, culminó la reunión del Convenio sobre la Diversidad Biológica en la ciudad japonesa de Nagoya, con la firma de un acuerdo con el cual uno puede sentir decepción, pero sobre todo mucha preocupación y algo de ansiedad.
 Lo decepcionante es que los 193 países allá reunidos acordaron defender las especies de sólo el 10% de los océanos y 15% de las tierras emergidas. Mi hijo de 13 años, que va a sufrir directamente las consecuencias de decisiones como éstas, me comentó, camino al colegio: “¡ay, papá, pero eso es muy poquito!” Sí, demasiado poco. Pero lo preocupante no es tanto esto. Al final uno entiende que, como dice Mick Jagger “you can´t always get what you want”. Pero lo más preocupante es otra cosa.
 Desde hace décadas, en silencio como los delincuentes que son, las transnacionales farmacéuticas y de cosméticos han venido patentando el conocimiento del diseño genético de muchas especies, además del conocimiento ancestral de muchas etnias a propósito de las virtudes de ciertos bienes naturales. En la reunión de Nagoya estas prácticas, que convierten el conocimiento en mercancía y capital directamente, han hallado su legitimación definitiva. Con un detalle.
 Ya para nadie es un secreto que este conocimiento puede reportar grandes beneficios en el marco del capitalismo cognitivo globalizado. Por eso, los países, especialmente los pobres y periféricos, presionaron hasta lograr un convenio por el cual pueden  participar de las ganancias por la disposición de esos conocimientos genéticos y antropológicos.
 El detalle preocupante es que los estados deben desarrollar rápida y eficazmente, no sólo el registro detallado de su propia biodiversidad, un trabajo inmenso desde el punto de vista científico, sino también un conjunto de normas y disposiciones jurídicas e institucionales adecuadas como para poder sentarse en la mesa con las transnacionales y disputar el usufructo y las ganancias que reporta el conocimiento genético, biológico, geográfico, antropológico, cultural en general, vinculado a la biodiversidad.
 Da la circunstancia de que los países que tienen mayor biodiversidad son los de América del Sur y el África subsahariana. Los mismos expertos de Green Peace, la ONG “ecologista”, señalan que para la inmensa mayoría de naciones africanas le será imposible desarrollar ese esfuerzo científico, jurídico y político para resguardar el usufructo de su variedad biológica. En el caso de América Latina, tal vez el país más pendiente es Brasil, embarcado en el proyecto de ser una potencia mundial.
 ¿Y Venezuela? No lo sé. Sólo conozco a parálisis de muchos programas vinculados con lo que una vez se dio a conocer como “Misión Ciencia” y la posible eliminación del plan de incentivos a los investigadores que fue el PPI. Sólo conozco del “chic” y las fruiciones massmediáticas de algunos directivos de instituciones científicas (¿qué IDEA tendrán de esto?), donde hay suficiente talento humano como para desarrollar tecnologías puntas en áreas como la nanotecnología, el petróleo, la ingeniería genética, entre otras, incluido, por supuesto, este levantamiento de la biodiversidad que ahora se hace tan urgente. Sé de la mengua de la ciencia en las universidades, más embarcadas en ser “territorios liberados” de la oposición, que en ser casas del conocimiento.
 Creo que en este justo momento, si en algún campo es importante enarbolar el patriotismo, este es el del conocimiento científico, en general, y el biológico y antropológico en particular. Ya desde hace décadas nuestro país ha sido objeto de un saqueo científico a propósito, precisamente, de la biodiversidad. A ese saqueo respondían las excursiones de aquel Brewer Carías que se la pasaba en la Gran Sabana tomando muestras para las inmensas bases de datos genéticas de las transnacionales.
 No desarrollar justo ahora, ya, en este momento, el conocimiento biogenético, por negligencia, ignorancia o pantallería, el levantamiento de nuestra biodiversidad y de nuestro conocimiento ancestral asociado a esa riqueza, es un crimen de lesa patria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario